La pluma de Don Leopoldo dibujó con trazo de letras una ruta imaginaria que, años más tarde, se ha convertido en una ruta real que recorren cientos de personas que a través de historias y cuentos se asoman a la realidad de un pueblo cercano al paraíso. Y a la buena literatura se puede unir uno de los apartados que mejor dan a conocer la cultura de un pueblo: su gastronomía. Carreño ha sabido conservar su tradición de una manera elegante. Paralelamente, a la gastronomía tradicional se han recuperado los sabores de una época, dando paso a una serie de platos que este escritor describe magistralmente en sus obras, correspondientes a la sociedad asturiana de finales del siglo XIX. Así nacieron actualmente lo que se han denominado los Menús Clarinianos, un complemento perfecto a las rutas que con este mismo nombre hay en el concejo. El Banquete de Manín de Pepa José y la reunión gastronómica de Zurita son los 2 menús protagonistas de unas jornadas gastronómicas que se celebrarán en los meses de Abril y Mayo, en Candás y en la zona rural de Carreño.

¿A qué huelen, a qué saben, qué se bebe en los relatos literarios de Leopoldo Alas?

A una variedad de aromas y sabores múltiples, tan diversa y diferenciada como la sociedad asturiana de finales del siglo XIX: pícaros desclasados, paisanos y lugareños, clérigos, las sufridas clases medias, la aristocracia y la nobleza urbana. En la mesa se plasman los hábitos y las modas en el yantar, con sus excesos y sus yerros, y Clarín lo describe magistralmente en La Regenta, Boroña, Manín de Pepa José, El cura Vericueto, Benedictino, Su único hijo o Zurita.

Y por lo que se refiere a las bebidas, Clarín habla de la sidra pero, sobre todo, de los vinos y del licor Benedictine.

Esta oferta gastronómica se ha realizado en base al el trabajo de investigación realizado por los historiadores José Mª Glez García y Luis Arias Glez